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Quito, Pichincha.

120m².

Intervenir en un lugar existente siempre representa un reto y una oportunidad. Adaptar el proyecto a las restricciones de un espacio construido, su historia, su contexto, sus materiales, y sus dificultades constructivas, requieren una actitud estratégica. En este caso específico, el encargo trata de repotenciar un espacio diseñado originalmente por el arquitecto ecuatoriano Diego Ponce Bueno, dentro del Quito Tenis y Golf Club. A través de los años, el área a intervenir experimentó una serie de cambios de uso -desde bar hasta biblioteca-, y las intervenciones sucesivas, finalmente terminaron convirtiendo el lugar en un sitio oscuro y anticuado, condenado al desuso y al deterioro.

La propuesta consistió en generar un espacio de trabajo compartido/temporal, abierto, y versátil; pero de corte refinado y sobrio, que se engranara con la estética general del Club, y con las diferentes necesidades de los usuarios. La aproximación fue simultáneamente pragmática y especulativa: examinando y reconociendo cuidadosamente los elementos existentes, pero pensando en nuevas posibilidades para crear algo fresco.

Dentro de los elementos existentes, se destaca un hallazgo inesperado: una escalera de caracol de madera laminada. La decisión más importante de diseño fue devolverle el protagonismo a este valioso objeto arquitectónico. De esta forma, el trazado de unas líneas reguladoras a partir del centro de la circunferencia de la escalera, produjeron unas diagonales que determinan la nueva distribución en planta, con un nuevo programa de funciones, accesos, escala y distribución. El proyecto incorpora áreas de lounge y salas de estar, sala de reunión informal, sala de conferencias, mesas de trabajo individual y compartido. Esta nueva coreografía espacial determinó áreas de contraste, tanto material como de funcionamiento. La estrategia para enfatizar este contraste fue utilizar el pliegue, específicamente en los planos de madera, tanto en el piso, las paredes y el tumbado.

Esta visión totalizadora del espacio requirió una atención especial de la paleta de materiales, de la iluminación, del mobiliario fijo y móvil, considerados como elementos integrales del diseño. Cabe mencionar el diseño específico de la mesa de trabajo, bautizada como la mesa TEN. Por otro lado, el uso del color fue un dispositivo fundamental de la estética renovada del espacio, donde la gama de colores demandó una selección personalizada especialmente en el mobiliario de Steelcase y, en las obras de arte, generosamente cedidas por el artista Carlos Echeverría Kossak. El resultado generado es un espacio abierto, claro, y flexible, apto para que sus usuarios desarrollen plenamente sus actividades profesionales y de esparcimiento. La estética lograda maximiza las oportunidades inherentes encontradas en las propias restricciones del sitio. Esta aproximación abierta es una muestra de la práctica de nuestra oficina, impulsada por la curiosidad y el potencial del rol del arquitecto en moldear el espacio.

 

tipología

remodelacion - diseño de interiores - diseño de mobiliario

créditos

cliente: Quito Tenis y Golf Club
equipo del proyecto: Felipe Palacios, Johann Moeller
año: 2018
fotografía: Felipe Palacios

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